domingo, 14 de octubre de 2012

NO SOMOS EXAGERADOS, QUEREMOS QUE LAS COSAS SE HAGAN BIEN

Me dicen que somos unos exagerados, que la cosa no es para tanto, que ha quedado todo muy bonito y apañado, que no hay motivo.  Pero no, no somos exagerados. Los hechos son tozudos: para la instalación de un proyecto estratégico de infraestructura urbanística con el fin confeso de atraer visitantes a una propiedad municipal, en medio de un monte público catalogado de especial protección y a reforestar, se está llevando a cabo una lenta e inexorable transformación del medio en ese espacio y se han estado introduciendo sin control especies exóticas, algunas invasoras, durante varios años. No existe estudio de impacto ambiental, cosa que no se comprende si no es porque las administraciones se enredan en sus competencias y prefieren encontrar una vía de escape a su responsabilidad inhibiéndose y solo actúan cuando el mal está avanzado o no tiene remedio.  

        Reconocemos que el pueblo tiene el derecho de disfrutar de la naturaleza y a arreglar las ruinas (incluso apear las hiedras) para crear un inofensivo jardín, poner huertos, ir de paseo etc. Al fin y al cabo esto es un edificio y se puede edificar. Un proyecto municipal integral para recuperar la vegetación y fauna autóctona, tan degradada,  hubiera sido una mejor idea, hubiera empleado a la misma gente y creo que dado beneficios a medio y largo plazo mucho más interesantes. Estamos a favor de una gestión racional del espacio que combine la recreación con el máximo respeto al entorno. Una gestión racional impediría la introducción de exóticas y centraría la labor en la recuperación de la flora y fauna autóctona.

En todo caso creemos preciso y de urgencia que se clarifique el objeto del jardín. Un Jardín Botánico es una institución científica y no un mero jardín municipal, que pone plantas según le van llegando de los “cinco continentes”. En todo caso, la instalación de un jardín, sea botánico, sea municipal en medio de un bosque protegido se ha de guiar por los parámetros exquisitos del respeto al medio ambiente, lo que casi excluye que un jardín, en este emplazamiento, tanto si es botánico como si no, pueda dedicarse al estudio y exposición de plantas exóticas de cualquier especie. Es inconcebible que durante más de un decenio haya habido un trasiego de plantas exóticas, algunas de potencial invasor y otras directamente invasoras. Eso por sí solo demostraría que el nombre de Jardín Botánico para Santa Catalina es absolutamente impropio.


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