miércoles, 10 de octubre de 2012

TIMON SE PRESENTA Y EXPLICA EL PORQUÉ DESDE SU PUNTO DE VISTA ESTO ES UNA CANALLADA


Me presento, me llamo Timon Lepidus, para los amigos Lagarto Ocelado, Gardatxoa en vasco. Malvivo en la Sierra Brava de Badaya, antes en el barrranco de Santa Catalina y hoy en otro sitio que no diré, no vaya a ser que vengan a echarme también. Soy un tipo raro y por eso los naturalistas me tienen fichado como de interés especial. Vivo en poblaciones localizadas y aunque mi suerte en el futuro no se augura como muy preocupante, aquí, en esta sierra las paso - como  quien dice - a  salto de mata, entre los arbustos próximos al pastizal.

Recuerdo cuando me solazaba en la solana al borde de la hondonada de Santa Catalina. Veía pasar a los contados excursionistas que entretenidos con el paraje no solían reparar en mí, pero me sentía orgulloso si me descubrían, admirándose de presencia, y corría contento a darles esquinazo entre los espinares. Pero un día empezaron a aparecer más, y más y más…, llegaron con máquinas espantosas, levantaron vallas, así que cogí a la familia y me la llevé a otro lado, que nos gusta menos, pero es lo que hay. Aquel día los lagartos lloramos de verdad.

No fui el único que se marchó. Una pena porque realmente estaba muy poblado el lugar. De hecho y gracias a la madurez del arbolado, sus diferentes especies, lo retirado del recinto y otras óptimas cualidades el barranco y las ruinas eran un lugar de miedo para el fomento de la biodiversidad serrana. Todo eso se acabó, sólo unos valientes resisten la presión, pero durarán poco pues los planes que han diseñado los hombres pasan por incrementar más las visitas. En todos estos años se han acumulado algunos cuantos quilos de contaminantes orgánicos e inorgánicos que han alejado a muchos caracoles (se les acusa de comerse las plantas) tampoco fue tolerado el topillo, el erizo ya no toma su atajo por aquí. Y claro cuando se fueron estos se fueron sus amigos predadores alados, que alguno moraba en los vanos de la derruida iglesia, ni el zorro, ni el jabalí.  Cuántos se han ido, ¡cuántos! … lo que más rabia nos da es que nadie nos echa de menos. Bueno sí, ahora alguno pone cajas para ver si vuelven los insectívoros. Primero los echan y luego tienen que llamarlos ¡Mira que hacen cosas raras estos humanos! cuando se dieron cuenta de que los pajarillos se habían asustado de tanto trajín pusieron unas caja. Como estaban un poco tristes sin nosotros echaron unas carpas muy graciosas japonesas o chinas en un estanque que se comían los huevos de nuestros aventureros batracios locales ¡un desastre! … empezaron a merodear los gatos y perros con más abundancia ... por no decir que hasta ciertas plantas que han puesto tienen fama de invasoras y se recomienda mantenerlas alejadas de nuestra casa. Quizás dentro de unos años salten la valla. Estoy temiendo que acabarán por criar a nuestra estirpe cautiva para siempre, como payasos en un lamentable circo. A esto le llaman biodiversidad, se conoce,  También nos fastidia es que todo esto se haga para protegernos, que a los niños les enseñen un carrascal montano alavés como si fuera un cuento de hadas, sin dejarles percibir lo duro de esta tierra y lo agustito que estaríamos sin ellos.

Por eso me decidí a dar este paso. Poco a poco se irán concretando más y uno por uno todos los avatares de nuestra desgracia.

Buenas Noches

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